MUESTRA QUE ERES MADRE.

Un religioso de la orden de San Agustín relata que un día al pasar por Lombardía en el camino se encontró con unos ladrones, y que siguiéndole ellos para robarle y no teniendo un lugar donde poder ocultarse, se entró en unos sembrados de trigo que estaban junto al camino, escondiéndose lo mejor que pudo entre sus espigas. Los ladrones que le vieron entrar en el campo llegaron al lugar donde se había escondido.

Viéndose en tan manifiesto peligro el religioso invocó dentro de su corazón a la Santísima Virgen María, para que le socorriese en aquel aprieto, diciéndole con gran afecto el verso del Himno Ave Maris Stella: Monstra te esse Matrem (Muestra que eres Madre), porque había oído contar un grande milagro que había obrado Nuestra Señora invocada con estas palabras.

Y fue el caso que, habiéndose ahogado un niño, lo sacaron y lo llevaron a un monasterio, poniéndole delante de una imagen de la Santísima Virgen María, y cantando los monjes el Ave Maris Stella y llegando aquel verso Monstra te esse Matrem el niño resucitó a la vista de todos. Animado con este milagro el religioso repetía con gran fe las mismas palabras mientras los ladrones le buscaban entre aquellos sembrados y nunca le pudieron hallar.

Hasta que cansados de buscarle le dejaron, y el siguió su camino muy agradecido a su Santísima Protectora.

A los ciegos da la vista, las prisiones desata, destierra nuestros males y todo bien alcanza. Muestra que eres Madre.

Historia tomada del libro Año Virgíneo.

Himno Ave Maris Stella en español (Salve, Estrella del Mar):

 Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios
y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.

Tú que has recibido el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.

Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.

Muestra que eres Madre: reciba nuestras súplicas
por medio de Ti, Aquél que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.

¡Oh, Virgen incomparable! ¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.

Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro; para que,
viendo a Jesús, nos alegremos eternamente contigo.

Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén.

El himno en latín y en español se puede encontrar en éste enlace: Ave Maris Stella.

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