DICIEMBRE 4: SAN JUAN DAMASCENO.

San Juan Damasceno, Doctor de la Iglesia, fue un monje y sacerdote bizantino del siglo VIII. Es conocido por sus escritos sobre la Santísima Virgen María.

Estas son algunos párrafos tomados de sus homilías sobre la Asunción de la Virgen María:

Aunque Su santísima y bendita alma fue separada de Su cuerpo feliz e inmaculado de acuerdo con el curso normal de la naturaleza, y aunque fue llevado a un sepulcro, no permaneció bajo el dominio de la muerte, ni fue destruido por la corrupción. Ciertamente así como Su virginidad permaneció intacta al dar a luz, así también Su cuerpo, incluso después de la muerte, fue preservado de la descomposición y fue trasferido a una morada mejor y más divina. Allí ya no está sujeto a la muerte y permanece por todas las edades. Por eso llamaré a Su paso santo no muerte, sino adormecimiento o partida, o mejor aún, llegada”.

“Tu cuerpo totalmente inmaculado no ha sido dejado en la tierra; la Reina, la Señora, la Madre de Dios ha sido trasladada a los palacios reales del cielo. “Ángeles y arcángeles te han llevado hacia arriba, los espíritus impuros del aire se han estremecido ante Tu ascensión. El aire se purifica, el éter se santifica al pasar a través de ellos. . . los poderes os salen al encuentro con himnos sagrados y mucha solemnidad, diciendo algo así: ¿Quién es ésta que sale como el alba, bella como la luna, escogida como el sol? (Cantar de los Cantares 6:9) ¡Cómo has florecido, qué dulce te has vuelto! Eres la flor del campo, un lirio entre las espinas (Cantar de los Cantares 2:1).

No como Elías has entrado en el cielo, no como Pablo has sido arrebatado al tercer cielo; no, has penetrado hasta el trono real de Tu mismo Hijo…una bendición para el mundo, una santificación del universo, fortaleza para los que están cansados, consuelo para los afligidos, curación para los enfermos, puerto para los que están en peligro, perdón para los pecadores, bálsamo que alivia a los oprimidos, pronta ayuda para todos los que te oran”.

“Buena señora, míranos amablemente; dirige y guía nuestros destinos por donde tú quieras. Apacigua la tempestad de nuestras malas pasiones, guíanos al puerto tranquilo de la voluntad divina y concédenos la bienaventuranza venidera”.

Oración de San Juan Damasceno a la Virgen María:

Te saludo, oh María,
esperanza de los cristianos.
Acepta la súplica de un pecador que te ama tiernamente,
que te ama entrañablemente,
te honra y pone en ti toda esperanza de salvación.
Gracias a ti tengo vida.
Me conduces de nuevo a la gracia de tu Hijo
y eres la prenda segura de mi salvación.
Te suplico que me liberes de la carga de mis pecados,
destruye la oscuridad de mi mente,
destierra las ataduras terrenales de mi corazón,
reprime las tentaciones de mis enemigos, y guía mi vida,
para que pueda alcanzar por tu medio y bajo tu guía,
a la felicidad eterna del Paraíso.
Así sea.

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