NOVENA A SANTA ANA Y SAN JOAQUÍN, SEGUNDO DÍA.
Oración inicial:
Gloriosos Santos Joaquín y Ana padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Nuestro Señor Jesucristo, me pongo en este día bajo su amparo y les pido humildemente que, por la gracia que les ha sido concedida por la Santísima Trinidad, escuchen favorablemente mis súplicas e intercedan por mi para conseguir el favor que pido en esta novena, si es la voluntad de Dios:
(Pedir la gracia que se desea obtener).
Dios misericordioso, que elegiste a Santa Ana y San Joaquín para traer al mundo a la Madre de Tu Divino Hijo, concédenos misericordiosamente a los que con devoción honramos su memoria, la gracia de la felicidad en esta vida, y la alegría de vivir contigo por toda la eternidad. Amén.
Meditación: Santa Ana y San Joaquín hacen una promesa.
Ana dice a Joaquín: «Pienso en que habré desagradado al Señor porque me ha secado las entrañas».
Joaquín dice: «¡Oh mujer! ¿En qué cosa puedes haber tu desagradado al Señor, tú que eres tan buena? Oye. Vamos otra vez al templo por este motivo, no solo por los tabernáculos. Oraremos mucho. Puede ser que te suceda lo que sucedió a Sara…como a Ana la mujer de Elcaná. Por mucho tiempo esperaron y pensaron que Dios no las amaba porque eran estériles. Pero ya ves, que en los cielos de Dios se preparaba un hijo santo. Sonríe esposa mía. Tu llanto me causa más dolor que el que no tengamos hijos».
Santa Ana responde: «De acuerdo. Prometeremos al Señor que si nos concede un hijo se lo daremos».
Oración final: El Magníficat.
Glorifica mi alma al Señor y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la pequeñez de Su sierva. Desde ahora me llamaran Bienaventurada todas las generaciones. Porque el Todopoderoso ha hecho cosas grandes en mí. Su Nombre es Santo y Su misericordia llega a los que le temen de generación en generación. Él hace proezas con Su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos despide vacíos.
Auxilia a Israel Su siervo acordándose de Su misericordia como lo había prometido a nuestros padres Abraham y Su descendencia para siempre. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.