UNA LLAMADA A SAN JOSÉ.

Un renombrado Cirujano Danés, siempre terminaba su oración de la mañana con esta jaculatoria: “San José, ruega por nosotros”. Viendo un día a un compañero con la mirada atónita, le dice: “Siempre tenemos necesidad de este gran Santo”.

Su compañero le pidió el favor de contarle algún hecho en el que San José había intervenido en su vida. El cirujano, después de un momento de indecisión, le dice: “No me gusta hablar de hechos vividos, sobre todo cuando se refiere al ámbito religioso. Pero quizás le sirva para hacer saber a otros que San José ayuda siempre, si confiamos en él. Por eso escuche lo que he experimentado en mi persona y lo puedo afirmar bajo juramento:

Una noche de invierno tomé el tren para ir a cierto lugar. En el compartimiento tenuemente iluminado, estoy solo con una gruesa suma de dinero destinada a la construcción de una Clínica. Debí dormirme o al menos adormitarme, como consecuencia del cansancio debido a mis viajes nocturnos y a operaciones urgentes.

Me desperté cuando un individuo se lanzó hacia mí, me apretó la garganta y trataba de meterme una mordaza en la boca.¡Era imposible alcanzar la alarma, imposible deshacerme de ese individuo para pedir auxilio!

Estando en esa situación de indefensión pensé en San José quien a mi llamada siempre ha venido en mi ayuda. En ese mismo momento, un formidable puñetazo desde el exterior de la ventanilla del tren golpeó a mi agresor, quien de inmediato me soltó. Nuestras miradas se dirigieron al mismo tiempo hacia el cristal en donde apareció un rostro. Este rostro”. Y el médico le mostró la estatua de San José que se encontraba sobre su escritorio.

El hombre que me aplastaba bajo sus rodillas lanzó un grito y desapareció. Dígame: ¿No tenemos suficientes motivos para honrar a San José? Diga a los que están apenados que pongan su confianza en San José, y encontraran una solución a las situaciones más desesperadas”.

¡San José, terror de los demonios, venid en nuestro auxilio!

Tomado del libro: Id a Jose.

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