LA DIVINA MISERICORDIA Y EL ABORTO.

“Hoy deseaba ardientemente hacer la Hora Santa delante del Santísimo Sacramento. Sin embargo, la voluntad de Dios fue otra: a las ocho experimenté unos Dolores tan violentos que tuve que acostarme en seguida; he estado contorsionándome por estos Dolores durante tres horas, es decir hasta las once de la noche. Ninguna medicina me alivió; lo que tomaba lo vomitaba. Hubo momentos en que los dolores me dejaban sin conocimiento. Jesús me hizo saber que de esta manera he tomado parte en su agonía en el Huerto y que Él Mismo había permitido estos sufrimientos en reparación a Dios por las almas asesinadas en el seno de las malas madres. Estos dolores me han sucedido ya tres veces. Empiezan siempre a las ocho; duran hasta las once de la noche. Ninguna medicina logra atenuar estos sufrimientos. Cuando se acercan las once desaparecen solos y entonces me duermo”. (Diario, 1276).

Palabras del Padre Michael Sopocko, director espiritual de Santa María Faustina:

“Sor Faustina escribió en su diario que el mismo Jesús dijo que estaba por destruir una de las ciudades más bellas de nuestro país como destruyó a Sodoma por los crímenes que se perpetraban allí (Diario 474). Cuando leí en el Diario sobre eso, le pregunté a ella qué significaba esa profecía. Ella me confirmó que lo que había escrito era así y cuando le consulté qué tipo de pecados era el que Dios iba a castigar de tal manera, ella respondió que era especialmente la matanza de infantes no nacidos aún, el más grave de los crímenes”.

De esto podemos deducir que el principal motivo por el cual le enseñó Nuestro Señor Jesús la Coronilla de la Divina Misericordia a Santa María Faustina es para aplacar la ira de Dios por el crimen del aborto.

Aquí está lo que escribió Santa María Faustina en el Diario cuando Jesús le enseñó la Coronilla de la Divina Misericordia:

474: Por la tarde, estando yo en mi celda, vi al ángel, ejecutor de la ira de Dios. Tenía una túnica clara, el rostro resplandeciente; una nube debajo de sus pies, de la nube salía rayos y relámpagos e iban a las manos y de su mano salían y alcanzaban la tierra. Al ver esta señal de la ira divina que iba a castigar la tierra y especialmente cierto lugar, por justos motivos que no puedo nombrar, empecé a pedir al ángel que se contuviera por algún tiempo y el mundo haría penitencia. Pero mi suplica era nada comparada con la ira de Dios. En aquel momento vi a la Santísima Trinidad. La grandeza de su Majestad me penetró profundamente y no me atreví a repetir la plegaria. En aquel mismo instante sentí en mi alma la fuerza de la gracia de Jesús que mora en mi alma; al darme cuenta de esta gracia, en el mismo momento fui raptada delante del trono de Dios. Oh, que grande es el Señor y Dios nuestro e inconcebible su santidad. No trataré de describir esta grandeza porque dentro de poco la veremos todos, tal como es. Me puse a rogar (197) a Dios por el mundo con las palabras que oí dentro de mi.

475: Cuando así rezaba, vi la impotencia del ángel que no podía cumplir el justo castigo que correspondía por los pecados. Nunca antes había rogado con tal potencia interior como entonces. Las palabras con las cuales suplicaba a Dios son las siguientes: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, por nuestros pecados y los del mundo entero. Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros.

476: A la mañana siguiente, cuando entré en nuestra capilla, oí esta voz interior: Cuantas veces entres en la capilla reza en seguida esta oración que te enseñé ayer. Cuando recé esta plegaria, oí en el alma estas palabras: Esta oración es para aplacar Mi ira, la rezarás durante nueve días con un rosario común, de modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave Maria y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero; en las cuentas del Ave Maria, dirás las siguientes palabras: Por su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

Video del Padre Chris Alar sobre la Divina Misericordia y el aborto: https://www.facebook.com/reel/1778254042586381

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