NOVENA DE LA ENCARNACIÓN: SEXTO DÍA.

Llegado el día sexto de la novena y habiendo entrado en la visión del Señor, María conoció las obras del día sexto de la creación como si estuviera ahí presente. Conoció cómo el Señor con Su Divina Palabra produjo el anima viviente en su género, entendiendo por este nombre los animales terrestres más perfectos que los peces y las aves del cielo. Conoció y penetró todos estos géneros y especies de animales que fueron creados en este sexto día y cómo se llamaban, jumentos, porque sirven y ayudan al hombre, bestias, reptiles. Sobre todos estos animales se le dio imperio y dominio y a ellos les mandó que le obedeciesen como sucedió en el nacimiento de su Hijo Santísimo cuando el buey y la jumentilla se postraron y calentaron al Niño Dios, porque así se lo mandó la Divina Madre.

Conoció en el día sexto cómo fue formado el primer hombre de tierra al divino mandato de Dios para origen de los demás. Conoció la armonía del cuerpo humano y el alma y sus potencias. Y en la fábrica del cuerpo humano conoció el número de los huesos, venas, arterias, la facultad de alimentarse y todo esto lo entendió y penetró la Virgen más que los mismos ángeles del cielo.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:

¡Te saludo, Santísima Virgen, Madre de Dios, Trono de Gracia, milagro del Poder Omnipotente!
¡Te saludo, Santuario de la Santísima Trinidad y Reina del Universo, Madre de Misericordia y Refugio de los pecadores!
Madre amadísima, atraído por Tu belleza y dulzura, y por Tu tierna compasión, me dirijo confiadamente a Ti, y te suplico que me obtengas de Tu amado Hijo el favor que pido en esta novena:

(Pedir la gracia que se desea obtener).

Obtén también para mí, Reina del cielo, la más viva contrición por mis pecados y la gracia de imitar estrechamente las virtudes que tan fielmente practicaste, especialmente la humildad, la pureza y la obediencia.
Sobre todo, te ruego que seas mi Madre y Protectora, que me recibas en el número de Tus devotos hijos y me guíes desde Tu alto trono de gloria.
¡No rechaces mis peticiones, Madre de Misericordia! Ten piedad de mí y no me abandones en vida ni en el momento de mi muerte.
Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

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