MAYO 6: SANTO DOMINGO SAVIO.

“Como santo Domingo Savio, sed todos misioneros con el buen ejemplo, con las buenas palabras y con las buenas acciones en casa, entre los vecinos y entre los compañeros de trabajo. En todas las edades se puede y se debe testimoniar a Cristo. El compromiso del testimonio cristiano es permanente y diario”.

San Juan Pablo II.

Santo Domingo Savio nació el 2 de abril de 1842 en Turín, Italia, en una familia humilde. Su mamá le inculcó una gran devoción y amor a Dios y a la Santísima Virgen María. Desde muy pequeño mostró una gran santidad, alejándose de todo lo que pudiera ofender a Dios. Hizo su primera comunión a los 7 años y a los 12 años ingresó en el Oratorio de San Juan Bosco.

En el Oratorio fue un ejemplo para muchos jóvenes que al ver su humildad, su silencio, alegría, respeto hacia los demás, su pureza, se contagiaban de amor a Dios.

Su gran amor por la Santísima Virgen María lo llevó a crear La Compañía de la Inmaculada: un grupo de 18 jóvenes que compartían la devoción por la Santísima Virgen María, entre sus principios estaban: “honrar a María, cumplir cuidadosamente los deberes de cada día y cuidar a los compañeros estimulándolos al bien con palabras y sobre todo con el ejemplo”. Más adelante, cuando Don Bosco fundó la Comunidad Salesiana, los primeros jóvenes que hicieron parte de esa comunidad eran de la Compañía de la Inmaculada.

San Juan Bosco escribió la biografía de Santo Domingo Savio, ahí podemos leer cómo tuvo una vida llena de sacrificios pero siempre aceptaba la voluntad de Dios con alegría y con el único deseo de ser Santo y de ir al cielo. Su biografía ha inspirados a muchas personas a seguir su ejemplo.

En una ocasión Santo Domingo estuvo más de seis horas orando sin darse cuenta de que la Misa había terminado, como no lo encontraban, San Juan Bosco fue a buscarlo y lo encontró en la Iglesia sumido en una profunda oración ante el Santísimo Sacramento.

Se consagró a la Santísima Virgen María y escribió: “María, te doy mi corazón, haz que sea siempre tuyo”. “Jesús y María sean ustedes mis amigos”. “Que yo muera antes que me ocurra la desgracia de cometer un solo pecado”.

Santo Domingo murió el 9 de marzo de 1857 cuando tenía 15 años, dice San Juan Bosco en la biografía que antes de morir, el rostro de Santo Domingo se transfiguró y se lleno de alegría, sonriendo, exclamó: “¡Estoy viendo cosas maravillosas!”.

Después de su muerte se le apareció a San Juan Bosco en un sueño y lleno de alegría le dijo: “Lo que más me consoló a la hora de la muerte fue la presencia de la Santísima Virgen María. Recomiéndele a todos que le recen mucho y con gran fervor. Y dígales a los jóvenes que los espero en el Paraíso”.

Fue canonizado en 1954 por el Papa Pío XII.

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