FEBRERO 8: SANTA JOSEFINA BAKHITA.

“Si volviese a encontrar a aquellos negreros que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y religiosa”. Santa Josefina Bakhita.

Santa Josefina Bakhita nació en 1869 en Darfur, Sudán. Cuando tenía nueve años fue capturada por unos traficantes de personas quienes a modo de burla, le pusieron el nombre “Bakhita” que significa “afortunada”. Así narra ella lo sucedido en su autobiografía:

Cuando aproximadamente tenía nueve años, paseaba con una amiga por el campo y vimos de pronto aparecer a dos extranjeros, de los cuales uno le dijo a mi amiga: ‘Deja a la niña pequeña ir al bosque a buscarme alguna fruta. Mientras, tú puedes continuar tu camino, te alcanzaremos dentro de poco’. El objetivo de ellos era capturarme, por lo que tenían que alejar a mi amiga para que no pudiera dar la alarma.

Sin sospechar nada obedecí, como siempre hacia. Cuando estaba en el bosque, me percaté que las dos personas estaban detrás de mí, y fue cuando uno de ellos me agarró fuertemente y el otro sacó un cuchillo con el cual me amenazó diciéndome: ‘Si gritas, morirás! Síguenos!'”.

Fue vendida varias veces y sometida a diferentes torturas. Cuando tenía 13 años la tatuaron haciéndole 114 incisiones profundas y para evitar que se infectaran le pusieron sal lo que le causó un gran dolor, en su autobiografía dice: “Sentía que iba a morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal”.

La quinta vez que la vendieron, fue comprada por un católico italiano llamado Calixto Leganini que vivía y trabajaba en Sudán, esa fue la primera vez que no sufrió torturas ni humillaciones. Después de dos años, Leganini dejó Sudan para volver a Italia junto con su amigo Augusto Michielli, y Bakhita le dijo que quería ir con ellos. En Italia, la esposa de Michielli, que estaba embarazada, quiso quedarse con Bakhita y cuando nació su hija Alice, Bakhita se desempeñó como su niñera y amiga.

En una ocasión la familia Michielli debía hacer un viaje de negocios a Sudán y dejaron a Alice y a Bakhita en el Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia conocidas como las Hermanas Canossianas. En el Instituto, Bakhita conoció a Jesús y la fé católica: “Aquellas santas madres me instruyeron con heroica paciencia y me introdujeron a Dios a quien, desde mi más tierna infancia, había sentido en mi corazón sin saber quién era Él”.

Cuando la señora Michielli regresó por Alicia y Bakhita para llevarlas con ella a Sudan, Bakhita se negó a ir y, como en Italia la esclavitud era ilegal, Bakhita pudo quedarse libremente en el Convento. Fue bautizada con el nombre de Josefina Margarita Fortunata y también hizo la primera Comunión y la Confirmación. Más adelante hizo su profesión en la vida religiosa y fue asignada a la comunidad Canossiana de Schio, en el norte de Italia. Su vida de oración, su humildad y servicio a los más necesitados le dieron fama de santidad. Trabajaba limpiando, cocinando y cuidando a los más pobres.

Santa Josefina Bakhita muere el 8 de febrero de 1947 en el Convento Canossiano de Schio. Durante su agonía, revivió los terribles días de su esclavitud y le decía a la enfermera: “Por favor, aflojen las cadenas… ¡son muy pesadas!”. Las últimas palabras que pronunció con una sonrisa en sus labios fueron: “¡Nuestra Señora! ¡Nuestra Señora!”.

El 17 de mayo de 1992 fue beatificada por San Juan Pablo II, declarándose su fiesta el 8 de febrero y fue canonizada el 1 de octubre del año 2000.

Sus restos incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la la iglesia del convento de Schio, Italia.

Es la Santa Patrona de las personas que sufren por tráfico de personas y esclavitud.


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