EL MANTO DE LA SANTISIMA VIRGEN MARIA Y LA PAZ.

En el sueño numero 45, San Juan Bosco relata la historia de un elefante blanco que ataca a los jóvenes estudiantes que estaban en el patio y que iban en una procesión con un estandarte que decía: “Santa María, socorred a los necesitados”. Cuando el elefante vio este estandarte se puso furioso y embistió a los jóvenes. Así lo relata San Juan Bosco:

“Tan pronto como el elefante vio el estandarte se volvió furioso y empezó a dar terribles bramidos y atacar a todos los que encontraba. El susto y la confusión eran terribles. Mientras todo esto sucedía, la imagen de la Virgen que hay en el patio fue creciendo y se llenó de vida y se convirtió en una persona de elevada estatura. Levantó los brazos y abrió el manto. Y su manto se volvió tan grande y extenso que alcanzo para cobijar a todos los que se quisieron refugiar debajo de él. Me volví hacia la Virgen y vi escrito en su manto: Los que me honran poseerán la vida eterna. Después que desapareció el elefante todo quedó en paz y la Virgen les dijo a los jóvenes: Tengan una ilimitada confianza en mí y mi manto les servirá siempre de refugio seguro”.

La virgen desapareció y la estatua del patio volvió a ser la misma de Antes.

(El sueño completo se puede leer en el siguiente enlace: El Elefante Blanco).

Pidámosle a la Santísima Virgen María que nos cubra a nosotros y a toda nuestra familia con Su Santísimo Manto.

ORACIÓN:

Dulcísima Virgen María ponme debajo de Tu manto y cúbreme con él para que desaparezca a los ojos de mis enemigos. Manto Sagrado de mi Madre María protégenos y ampáranos de noche y de día del enemigo de nuestras almas. Me cubro y cubro con Tu santo manto a mi familia y a toda la Iglesia Católica. Amén.

¡Reina de la Paz: Acógenos. Cúbrenos con tu manto y haz que seamos siempre tuyos!

BAJO TU AMPARO:

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los peligros, ¡oh Virgen siempre Gloriosa y Bendita!

ACUÉRDATE:

Acuérdate oh, Piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que ninguno de los que hayan acudido a vuestra protección implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro Socorro haya sido abandonado por Vos. Amén.

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