LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA DA A SANTA BRÍGIDA TRES REMEDIOS CONTRA LAS TENTACIONES.

Dice Nuestra Señora a Santa Brígida:

“Pero a mí, que soy la Madre de Dios y que después de Su muerte me hallaba angustiada con incomprensible dolor, se me apareció mi Hijo antes que a nadie, y se me manifestó palpable, y me consoló, recordándome que visiblemente subiría al cielo; y aunque esto no está escrito a causa de mi humildad, es no obstante muy cierto, que al resucitar mi Hijo, se me presentó a mí antes que a nadie.

Y puesto que tal día como hoy me consoló mi Hijo, yo disminuiré tus tentaciones desde hoy en adelante, y te enseñaré cómo debas resistirlas. Te maravillas de que en la vejez te vengan tentaciones, que ni en la juventud ni durante tu matrimonio tuviste. A lo cual te respondo, que así acontece, para que sepas que sin mi Hijo no eres ni puedes nada, y si no te hubiera librado mi Hijo, no habría
pecado en que no hubieras caído. Por consiguiente, te doy ahora tres remedios contra las tentaciones:

1.Cuando tengas una tentación impura, has de decir: Jesucristo, Hijo de Dios, conocedor de todas las cosas, ayúdame para que no me deleite en malos pensamientos.

2. Cuando te complazca el hablar, has de decir: Jesucristo, Hijo de Dios, que ante el juez callaste, contén mi lengua mientras pienso qué y cómo deba hablar.

3. Y cuando te agrade obrar, descansar o comer, debes decir: Jesucristo, Hijo de Dios, que fuiste atado, dirige mis manos y todos mis miembros, para que mis obras se encaminen a buen fin.

Y ten por seguro que desde este día tu siervo, que es tu cuerpo no prevalecerá contra el Señor, es decir contra tu alma”.

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